domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi Potlatch

En el libro Vacas, cerdos, guerras y brujas (que puede descargarse AQUÍ) leí que la tradición de dar regalos para ganar prestigio está presente en muchas culturas, pero que es llevada al extremo en unas cuantas.

Los indígenas Kwakiutl tienen una tradición llamada Potlatch, con la cual refuerzan lazos comerciales y culturales entre los diferentes poblados.  Cada Potlatch es una ceremonia organizada para obtener prestigio a cambio de dar regalos.  La comida abunda y el derroche aparece, se trata de demostrar que se es tan rico, poderoso, influyente, importante y prestigioso que puede darse el lujo de regalar toda esa comida, mantas, utensilios y demás trebejos.  En casos extremos, llegaban incluso a destruir los regalos que los invitados no podían llevarse a sus casas, y no faltó el que quemó su casa en el afán de ganar prestigio, y quedaba sin posesiones, pero feliz.

Yo no ando en búsqueda de prestigio, y tampoco es que mis cosas me estuvieran estorbando, pero he tomado la decisión de despojarme de la mayoría de mis pertenencias, y entonces recordé que algo parecido había hecho en dos momentos diferentes de mi vida:

- En 2004, cuando decidí irme a vivir a Riohacha, me desprendí de algunas cosas que consideraba engorroso cargar hasta allá:  Mis libros, la ropa para clima frío, la cama, la música (En los tiempos previos al mp3), algunas chucherías más y pare de contar.  No era que tuviera muchas cosas.  A Riohacha llegué con la ropa, el computador y la bicicleta

- En 2008, cuando decidí regresar a vivir a Bogotá, me desprendí de algunas cosas que consideraba engorroso cargar de regreso y que me serían poco útiles:  Un ventilador, un par de sillas playeras, los libros que había logrado acumular, un tablero acrílico,  mi mapa de Colombia en alto relieve y otras chucherías menores.  Como siempre viví en una habitación que alquilaba amoblada, tampoco acumulé muchos cacharros allí. A Bogotá regresé con la ropa, el computador y la Bicicleta

- Ahora llega la tercera oportunidad de hacerlo, con la diferencia de que ahora sí había ido acumulando, poco a poco, muebles, utensilios, prendas y cacharros de todo tamaño, desde los que caben en el bolsillo hasta los que requieren un camión para llevarlos.  Ya no quedan muchas cosas por hacer que me obliguen a permanecer en Bogotá, y si esa es la situación, prefiero estar en otro lugar, a donde no tiene sentido que me lleve casi nada.  

Por eso resulté haciendo esta suerte de Potlatch personal, un poco farsante quizá, la intención era en realidad estar más cómodo con todos los traslados que espero se den pronto.  Devolví algunas cosas a su legítima dueña, otras las doné a quienes quisieron aceptármelas, y solo una  cosa resulté vendiendo:  Artemisa, mi bicicleta que me acompañaba desde hacía 14 años, la compañera de los años difíciles y de las primeras travesías, la que llevé a Riohacha y traje de vuelta, la de las dos fracturas de clavícula.  Ya no la usaba, era hora de que otra persona le sacara el mismo o más provecho que yo.

Y aquí estoy, listo para irme a quién sabe dónde.  Solo me quedé con parte de la ropa, el computador, y la nueva bicicleta.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La falacia de los "productos ecológicos"


Tan incoherente como que McDonald's patrocine los Juegos Olímpicos es que una empresa que vende botellas de plástico invite a cuidar el medio ambiente comprando menos plástico.  La campaña de Agua Brisa promocionándose como un producto amigable con el ambiente es una total falacia.  No resulta difícil darse cuenta por qué:  Compremos más, porque eso significa que compramos menos. 

Tal vez resulta más fácil si cambiamos la palabra plástico por la palabra dinero e hiciéramos un ejercicio para encontrar la mejor manera de ahorrar, de gastar menos.  ¿Se ahorra más dejando de comprar o comprando todo con descuento?  Aquí no falta quien, ante un generoso descuento en comida para perro, quiera comprar una mascota para aprovechar la oferta, y sienta que sale ganando porque se está ahorrando su buena cantidad en la comida del animalito.  De eso se trata la publicidad, de crearnos necesidades que no tenemos ni nos hacen falta.

¿Qué nos está vendiendo la publicidad de Agua Brisa?  Que si compramos muchas de sus botellas ecológicas de agua (Entre más, mejor) estaremos cuidando el planeta, reduciendo emisiones y minimizando el desperdicio.  La realidad, en cambio, es de una abrumadora obviedad:  Entre más botellas se compren, más plástico se genera como residuo.  Claro que sería mejor generar 780 toneladas de basura plástica que generar 1000 toneladas, pero aún mejor (el ideal) es generar cero toneladas, y es posible hacerlo (y además sale más barato)

Usted, que está tentado a comprar agua brisa para ayudar al medio ambiente, puede hacer algo verdaderamente benéfico comprando un termo o cantimplora y reenvasándolo hasta el fin de los días con el agua que sale de la llave.  Cero emisiones, cero plástico.  Yo promuevo estas recomendaciones: 

*  Si el acuedicto de la ciudad lo permite, tome agua de la llave.  El agua de la llave en Bogotá y Manizales (Ciudades en las que he vivido) es potable 100%.  En Riohacha también viví y allí no aplicaría este consejo porque su agua no es tan confiable, pero existe la opción de los filtros y los ozonizadores que la dejan potable sin problemas.  Ahí se ahorraría todo el plástico
*  Si no confía en su acueducto y va a comprar agua a las embotelladoras, compre recipientes grandes:  Botellón de 25 litros, garrafa o bolsa de 5 litros, y reenvase el agua.  Ahorra mucho más plástico que con la botellita de medio litro.
*  Si solo quiere medio litro o una cantidad semejante, compre el agua en bolsa, no en botella.  LA bolsa ahorra mucho más plástico.
*  Si no hay más remedio que comprar agua en botella, POR FAVOR NO DESTRUYA LA BOTELLA!  Eso le obligará a comprar otra botella nueva más adelante.  Reutilícela (repita el mismo uso) y reúsela (encuentre nuevos usos).  La botella aguantará más allá de la muerte de muchos de nosotros.  Y ahí ahorrará un montón de plástico.

Y Por último, si tomó la decisión de comprar una botella de agua, no la compre de marca "brisa".  Las otras marcas al menos no están insultando su inteligencia con esta campaña
Para cerrar, los invito a ver el video "La historia del agua embotellada", de Anne Leonard, la misma que  presenta el video "La historia de las cosas" que ya se había compartido en este blog en el lejano año 2008 y que puede verse haciendo clic AQUI

jueves, 16 de febrero de 2012

London 2012 - Inspiration


Se pasó el tiempo, felizmente, y este año vuelven a haber Juegos Olímpicos, con todo lo bueno y lo malo que trae. Precisamente, entre eso malo que llega con los juegos, se encuentra la fastidiosa actitud pontificadora de las personas que no entienden un rábano de nada diferente al fútbol y se lanzan a criticar sin fundamento los resultados que ven.

Y claro, como están acostumbrados a que en televisión sea noticia
lo que piensan los hinchas, y doquiera miren encuentren interlocutores (por llamarlos de alguna manera) que les presten atención a sus berridos y a los cuales contra-arengar, con los juegos olímpicos se sentirán con el derecho a opinar radicalmente sin tomarse la molestia de al menos informarse o documentarse, ya que no se la toman para aprender.

Entre esos están (por poner un par de ejemplos que recuerdo) los que piensan que Maria Luisa Calle va a los olímpicos porque es paisa como el director de Coldeportes, y no porque fue campeona panamericana, o los que maltratan a todos los demás departamentos porque las dos medallas de Beijing fueron ganadas por atletas del Valle del Cauca, qué pereza.

A estas personas se les podría contradecir fácilmente con el video que comparto hoy, y que junto a muchos otros videos edificantes e inspiradores hacen parte de las cosas buenas que traen los juegos olímpicos: El convencimiento de que el deporte es un microcosmos de la vida misma, y que siempre hará que surja lo mejor de nosotros.



Narrador
To make an olympic champion, it takes eight olympic finalist.
To make an olympic finalist, it takes 80 olympians
To make 80 olympian, it takes 202 national champions
To make a national champion, takes thousands of athletes.
To make an athlet, takes millions of children around the world,
to be inspired to choose sport

(Versión Libre en español)
Para hacer un campeón olímpico se requieren ocho finalistas olímpicos
Para hacer un finalista olímpico se requieren 80 atletas olímpicos
Para hacer un atleta olímpico se requieren 202 campeonatos nacionales
Para hacer un campeonato nacional se requieren miles de atletas
Para hacer un atleta, se requieren millones de niños alrededor del mundo, e inspirarlos para que escojan el deporte

jueves, 9 de febrero de 2012

El fin de la travesía

Diez segundos.
Diez segundos para justificar mi existencia
(Harold Abrahams,
Campeón olímpico de 100m)
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Pocas veces en mi vida me había sentido tan feliz, exultante, conmovido y eufórico como cuando llegué al Alto del Vino hace unas semanas. Los que podrían ser los grandes logros de mi vida, también los pequeños logros que en mi fuero interno considero enormes, las buenas noticias que he tenido la fortuna de recibir, y las veces en que la suerte quiso pasarse a mi bando estuve yo bastante feliz, quizá eufórico, exultante o conmovido, pero no la suma de las anteriores.

La principal razón de este desmadre de alegría se debe a que seis meses antes había sido intervenido quirúrgicamente en la rodilla, después de aguantarme unos tres años con
una lesión que sólo me dolía cuando intentaba practicar algún deporte en el que tuviera que hacer algo más que caminar, y eso incluía montar bicicleta.

Seis semanas estuve usando muletas tras la cirugía, moviéndome lo mínimo posible, y otras cuatro semanas yendo a terapias para recuperar la movilidad, porque no podía siquiera hacer el gesto de un pedalazo. Hacia septiembre pude volver a dar pequeños paseítos de unos cuantos
minutos y para octubre intenté nuevamente la subidita al Alto de Patios, con el para otros desconsolador resultado de haber tenido que descansar a mitad de camino y llegar desbaratado.

A mediados de octubre ya pude subir de un tirón, aunque mucho más lento que algunos que suben trotando, y tuve mi última sesión de seguimiento de ortopedia, en la que me confirmaron que la recuperación había sido un éxito, pero que no volviera a hacer ejercicio fuerte, que usara (por mi bien) la bicicleta solo para
recorridos planos y cortos y que fuera feliz con mi vida tranquila sin esfuerzos desmesurados.

Cuando quise protestar mostrando mis humildes progresos subiendo Patios, el ortopedista me dijo que, ya que parecía ser bastante importante para mí (y gracias a mis años de usuario de la bicicleta) podía hacer todo el ejercicio que no me causara dolor, y de eso me agarré como si fuera una balsa de la que dependiera mi vida.

La buena noticia de los siguientes días en que comencé a hacer todo el ejercicio que no me causara dolor fue que el dolor andaba embolatándose y se demoraba en aparecer, de manera que primero llegaba el agotamiento, el pinchazo o la puerta de la casa. Al cabo de unos días me llevé la bicicleta a la casa materna con la intención de montar en el mes de vacaciones que iba a permanecer allí, cosa que no hice con mucho juicio. Con el final de las vacaciones acercándose, me dio la ocurrencia de regresar a Bogotá en Bicicleta (algo que ni cuando estaba sin lesión me atreví a intentar), así que entrené (en realidad, seguí dando paseos) un poco más exigentemente y de repente me estaba despidiendo y me lancé a explorar lo desconocido.

Una semana después estaba ahí en el alto del Vino, emocionado hasta la médula. Aún quedaban 25 kilómetros para llegar a Bogotá, pero eran de bajada, así que fue en ese preciso lugar que me ag
arré la cabeza a dos manos y me dije "Caramba, no puedo creer que lo haya logrado" y me sentía como esos campeones olímpicos que lloran en el podio. No era tanto haber subido el Alto del Vino desde La Vega (ya lo había hecho un par de veces hace ocho años) o que haya hecho los 300 km desde Manizales en 3 días. Los últimos 300 metros del alto fueron un remolino de imágenes que resumían años de buenas y malas noticias, noticias de todo tipo, y sentí (como Harold Abrahams) que esos pocos segundos iban a justificar mi existencia.
Es probable (ojalá así sea) que esa travesía la vuelva a hacer varias veces en el futuro; supongo que será más fácil terminarla porque conoceré mejor la ruta, sabré cómo prepararme y tendré como referencia que ya una vez la terminé. En cambio, en esta primera vez lo que tenía en mente era la recomendación médica de no esforzarme mucho, y el recuerdo de que seis meses antes aún estaba caminando con muletas, de ahí la emoción y las ganas de lanzar gritos de júbilo. En medio del éxtasis vino a mi mente el lema de la maratón de Boston, que en realidad puede aplicar para cualquier aventura de esa magnitud:

“Como muchos deportes, el maratón es un microcosmos de vida. El maratonista puede experimentar el drama de la existencia diaria tan evidente para el artista y el poeta... Para el maratonista, la agonía y el éxtasis se convierten en un sentimiento familiar. La jornada de Hopkinton a Boston revela lo que pasa a un ser humano cuando se enfrenta a sí mismo y al mundo que lo rodea... Y por qué sobrevive o falla al reto”. (G. Sheehan, Trad. F.J. Díaz).

El resumen dirá que sobreviví y no fallé en el reto, que experimenté el drama de la existencia diaria y que la agonía y el éxtasis se convirtieron en sentimientos familiares: Fueron 1200 km en cuatro semanas, dos puertos de montaña de categoría especial, cuatro de primera categoría, cinco departamentos, cuatro pinchazos, menos fotos de las que hubiera querido y una enorme sonrisa que no se me borró en todo el recorrido, y que espero que no se me borre en un buen tiempo. Ahora, iré por más.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Celebrate Humanity - Bobsled

Hace más de cuatro años que en este blog hablé de la película Jamaica bajo cero (Cool Runnings). La mencionada película está basada vagamente en la historia real del equipo de Bobsleigh que representó a Jamaica en los juegos olímpicos de invierno en Calgary.

Pues bien, esta emotiva historia de ver a los deportistas de un país que no tiene invierno participar en unos juegos olímpicos de invierno no solamente sirvió de inspiración para la mentada película sino también para uno de los videos de la campaña Celebrate Humanity del comité olímpico internacional, con la cual se quiere resaltar toda la nobleza que el deporte trae consigo y que lo han hecho ser un triunfo de la humanidad.

El video que presento a continuación es el noveno de la serie Celebrate humanity que traigo al blog. (Ya están aquí Caída, Coraje, Gigante, Adversario, Gravedad, Sonrisa, Plata y Bronce) y va muy bien para comenzar a celebrar que este año vuelven los juegos olímpicos, y también para celebrar el deseo de competir de cientos de atletas, que quizá vienen de ninguna parte y que no hacen pensar a nadie que van a ganar, pero que el mundo ama por quererlo intentar.


Narrador:
They came out from no where
They were the underdogs
No one thought they could win
and, they didn't
but the world should love them for trying
That was for the Jamaican Bobsleigh team



Versión Libre en español
Ellos vinieron de la nada
eran unos desconocidos
nadie pensaba que podían ganar
y no lo hicieron
pero el mundo debería amarlos por intentarlo
Así fue para el equipo jamaiquino de Bobsleigh

(Me gusta más el quinto verso que aparece en los subtítulos, aunque no se ajuste a la traducción: "Pero el mundo no les negó la oportunidad")

jueves, 26 de enero de 2012

Tú eres mi rival, pero no mi enemigo.

De todos los videos de la campaña Celebrate Humanity, mi favorito siempre ha sido el que enaltece a los rivales, que comienza con las palabras que dan título a la entrada de hoy: Tú eres mi rival, pero no mi enemigo.

Se está corriendo en estos momentos el Tour de San Luis, en Argentina y la gran novedad es que, al estar clasificada como carrera 2.1 por la UCI, podía invitar tanto a equipos Pro Tour (La máxima categoría del ciclismo profesional), como a selecciones nacionales (equipos amateur). Esto permite que el espectro de nivel de esta carrera vaya desde el mejor corredor de la actualidad (Alberto Contador) hasta docenas de corredores amateur que tendrán en esta carrera probablemente la de mejor nivel en toda su vida deportiva.

Mientras adelante las cámaras y micrófonos seguían a las estrellas Contador, Leipheimer, Nibali (y a nuestros escarabajos Serpa, Rubiano, Sarmiento), peleando por la etapa con final en alto, en la parte de atrás del pelotón Yasmani Martínez de la selección cubana ya no daba más, y la cuesta final seguro le parecería insalvable. En esto aparecen los argentinos Lucas y Juan Haedo, del muy poderoso Saxo Bank (el equipo de Alberto Contador), y lo ayudan a subir como se ve en la Foto.

Si bien el trabajo de los hermanos Haedo es hacer lo posible para que Alberto Contador gane la carrera, al estar frente a su público quizá se animarían a protagonizar la pelea de una etapa como esta con mucho público a la orilla de la carretera. En lugar de eso, y al igual que todos los velocistas y la mayoría de los gregarios, suben con calma a un ritmo medio. Allí encuentran al casi desfallecido Yasmani Martínez de la selección de Cuba, y le ayudan a terminar la etapa.

En otros deportes se celebra el retiro de los rivales (algunos tratan precisamente de eso), pero en el ciclismo hay varios ejemplos como este, en los que se ayuda al rival en problemas. No importa si tienes puesto un maillot del ProTour y tu contrato es de cientos de miles de euros al año, esto no te impide mostrar la gallardía y la nobleza que ha hecho del deporte un triunfo de la humanidad.